La Cocinera Políglota

Sor Anuncia al volante (segunda parte)

Al fin llegó el día de la deseada y temida prueba. Comenzó el examen. Recordó los consejos metódicamente aprendidos. Una especie de bloqueo mental se apoderó de aquella mujer. Una tenue luz se tornó en tranquilizador resplandor en forma de paloma. Como si de su instructor y habitual acompañante se tratase fue recibiendo sus oportunas indicaciones e instrucciones que la guiaron durante todo aquel peculiar recorrido: “Freno de mano, indicador, embrague, primera, ceda el paso, reducir, giro ¡esas manos!, marcha atrás, aparcar.” ¡Enhorabuena, hermana! Con estas últimas palabras regresó a la realidad, despertándose de aquel extraño trance.

Aquel día los ancianos del asilo la recibieron con aplausos a la hora del Ángelus, vitoreándola y enarbolando sus bufandas pacientemente tejidas por las últimas y escasas novicias. Por la noche la cena fue especial y festiva como correspondía a tal ocasión. Asaron un cordero del que guardaban en el gran arcón frigorífico y que había sido cedido por el matadero vecino, no se sabe si como obra de caridad, si por excedentes de producción o porque a la vista de los resultados oportunos no resultaron viables para su comercialización.

Finalizaron tal ágape brindando con “palomitas” (anís peleón rebajado con agua), que hacía las veces de exquisito sorbete y el cual acostumbraban a tomar cuando decían sentir cierto desconsuelo en el vientre. A juzgar por los resultados poseía efectos inmediatos y sorprendentes, únicamente comparables a los de algunos actuales y modernos fármacos de diseño conseguidos tras innumerables años de costosas investigaciones y publicados en las más prestigiosas revistas científicas.

La obtención de aquel carnet resultó realmente significativo en la vida de esta mujer.

Los personajes aquí reflejados son de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Sor Anuncia al volante (segunda parte)

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