Todas estas breves conversaciones han tenido lugar en la realidad.

El paciente, apesadumbrado le comenta al médico:

Paciente: - Me duele en sitio semejante.

El médico, algo burlón, intuyó que se refería a sus genitales o partes nobles, y dijo:

Doctor: - ¿Semejante a qué?

Paciente: - ¡A la po**a!

La enfermera que se encontraba en la consulta, rió de tal manera que sus ojos se convirtieron en un mar de lágrimas.

Doctor: - ¿Es usted pensionista?

Paciente: - Sí, sí. ¡Yo pienso mucho!

Más tarde entró otro abuelete.

Doctor: - ¿Pertenece usted a alguna compañía? (Compañía médica, claro está).

El paciente respondió con energía y orgullo:

Paciente: - ¡Cuarta compañía, tercer batallón!

El médico oftalmólogo estaba comprobando la agudeza visual de un paciente. En los optotipos, señaló la letra Z, la primera de la última fila.

Doctor: - ¿Qué letra es ésta?

El paciente, en su afán de colaboración y buena voluntad quiso leer lo imposible, formando una palabra donde no existía, y leyó:

Paciente: - Zunfrún. ¡Y se quedó tan fresco!

También existen los que, señalándose un ojo le explican al médico:

Paciente: - No veo con esta vista. (¿Pero cuántas vistas tenemos?) O bien:

Paciente: - Tengo carcoma en el ojo. (Obviamente no tenía termitas, sino que padecía glaucoma).

En una consulta rural, llegó una señora muy agobiada por los sofocos que padecía debidos a la menopausia.

Doctor : - ¿Qué te pasa?

Paciente : - ¡Que estoy ardiendo!

Doctor : - ¿Qué síntomas tienes? (La tuteaba porque tenía confianza con ella).

Paciente : - ¡Que me paso el día entero ardiendo!

El médico le extendió una receta. Al mostrársela la mujer a la farmacéutica, ésta comenzó a reír al leer la prescripción, que era simplemente: Avisar a los bomberos.

Tal y como cito en una entrada anterior, "hallazgos gramaticales", algunas mujeres, en las consultas ginecológicas, denominan "la boca del cuerpo" a la vagina, y "la fogará" a los sofocos menopaúsicos. (¡Qué riqueza de vocabulario!).

Categorías: Increíble pero cierto.