Acaba de marcharse de mi casa el técnico que ha reparado la lavadora, el mismo que estuvo aquí hace cuatro días. ¡Con qué ganitas me he quedado de hacerle una foto de espaldas para ilustrar este post!

Resulta que al buen hombre, joven, moreno, fornido y algo tímido en su manera de hablar, cada vez que se agacha o se pone en cuclillas, se le baja el pantalón azul de trabajo que lleva puesto, dejando completamente al descubierto su boxer (vamos, los calzoncillos), así como buena parte de sus velludos glúteos.

He tenido la tentación de tomarle la foto a traición, intentando que no se diese cuenta, pero he desistido porque me encontraba escasamente a un metro de él. También he pensado pedirle permiso y hacérsela con su consentimiento, lo cual hubiera resultado algo inusual. Imaginemos mi petición: "por favor, quédese quieto un momento que voy a inmortalizar su trasero mientras trabaja".

Si yo fuese su mujer o su madre, os aseguro que le prepararía unos tirantes para ir a trabajar (como Fraga), para que no vaya enseñando el culo por domicilios extraños, o si no, un pantalón con peto, como los que utilizan los niños pequeños cuando aún llevan pañales, en fin, alguna solución para que no lleve los pantalones colgando como Cantinflas.

¡Ah! Los calzoncillos de hoy no eran los mismos de los de la semana pasada.

Se había cambiado :))