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Relatos y comentarios sobre lo que acontece en la vida de esta bitacorera. | ![]() |
EL FARMACÉUTICO Y LOS TAMPAXUna insólita situación real vivida en una farmacia, que más bien pareció convertirse en el camarote de los hermanos Marx por lo inverosímil del momento. Entran Rebo y su marido a una céntrica farmacia, a comprar un medicamento. Con tan sólo un instante de diferencia, aparece en escena una pija de alta estatura, quien, sin esperar su turno, se apresura a preguntar: Pija - ¿Tiene Tampax? El experimentado farmacéutico, se aproxima al citado matrimonio y les susurra al oído con aires de misterio: Farmacéutico – Disculpen ustedes, ahora no les puedo atender, se trata de una urgencia. El buen señor, alterado y nervioso, se pone a buscar los citados tampones, al tiempo que repetía “Tampax, Tampax… “, como si de una letanía se tratara. Tras varios minutos de intensa búsqueda, su esfuerzo se vio recompensado y encontró un paquete, que le entregó a la esbelta clienta. Pija - ¡De dos lágrimas no, los quiero de tres lágrimas! (Aclaro para aquel que lo desconozca, que el número de lágrimas o gotas que aparecen en estos artículos va en consonancia a la absorción que proporciona el producto). Aquello de las tres lágrimas aturdió aún más si cabe al susodicho profesional, que actuaba como si tuviese que practicar de inmediato una improvisada cesárea o una operación a corazón abierto para salvar una vida. Aunque, al fin y al cabo, la mujer se había limitado a hacer una petición. Vaya, que no iba chorreando sangre, ni había roto aguas, ni nada parecido. Varios minutos después, se oyó un grito que imagino comparable al que emitió el vigía de Colón cuando avistó tierras americanas. Pija - ¡Ésos son!, exclamó a punto de voltear el mostrador, indicándole un paquete que acababa de ver ¡No me dé bolsa, los echo aquí, en mi bolso! Pagó y salió del establecimiento presta como Taquino, quien según el dicho popular deduzco que ha sido uno de los seres más veloces que ha dado nuestra creación. Tras esto, y con la farmacia abarrotada de gente que se había ido agolpando en los veinte eternos minutos que duró el asunto, el farmacéutico se volvió a acercar a Rebo (quien reía interiormente a carcajadas igual que hubiese hecho yo), y al bueno y paciente de su esposo (quien estaba hasta los mismísimos al ver ante sí semejante torpeza humana vestido con bata blanca), y con toda educación les desveló el tabú, musitándoles al oído: Farmacéutico – Ustedes me perdonan, señores, pero yo no les podía atender porque se trataba de una urgencia. Y es que la señora me había pedido ¡compresas! En fin, sin entrar a valorar la aparente ineptitud de este profesional, yo les formulo la siguiente pregunta: ¿alguno de ustedes conoce la diferencia entre una compresa y un tampón? 19:47 | Toñi Flamil | 2 Comentarios | #
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