Hace mucho tiempo oí contar a una mujer, a quien llamaré Manuela, lo pura y decorosa que había sido la relación durante su noviazgo.
Manuela – Después de tres años de novios, se me acercó un día José y me dio un beso en las agallas.
¿En las agallas? ¿Estoy delante de una mujer o de un pez?, me pregunté atónita tras escuchar semejante descripción.
A pesar de esta primera y tardía aproximación amorosa en forma de pisci-beso, les aseguro que una vez casados, tuvieron dos hijos que respiraban mediante pulmones, y no dos animales acuáticos con branquias.
¿Cómo lo ven ustedes?