La surrealista visión de unos vecinos inmóviles en la terraza de su nueva vivienda.

¡Menudo corte me acabo de llevar! Voy caminando, disfrutando de un solecito que hace subir el mercurio hasta unos agradables  veintitrés grados, que en el mes de noviembre no resulta nada despreciable. Paso cerca de un edificio recién construido, de diseño vanguardista, situado en un lugar privilegiado, junto a la falda de la sierra cordobesa. Sin perder el paso ni prestar gran atención, veo de reojillo en una terraza del envidiable inmueble a una joven pareja con su retoño en brazos.

De forma inconsciente, mi imaginación sacó sus propias conclusiones y dedujo lo siguiente:

“A esa pareja le acaban de entregar las llaves y están ilusionados viendo el paisaje con su niño”.

Continué mi ruta sin pensar más en la armoniosa familia, pero cuál sería mi sorpresa al regresar una hora después y comprobar que continuaban exactamente en la misma esquinita del preciado ático, inmóviles, como si la imagen idílica que yo había visto un rato antes, hubiese sido detenida y congelada en el tiempo.

“Todavía siguen allí los mismos de antes”, comenté.  

“No son de verdad, son de cartón”, repuso mi hijo que como de costumbre no se le escapa una.

Me detuve. En la distancia pude apreciar que efectivamente se trataba de una fotografía rígida muy conseguida, en color  y de tamaño natural. Supongo que esta novedosa estrategia de marketing pretende fomentar las ventas en tiempo de crisis, como la que al parecer estamos viviendo en la actualidad, recurriendo para ello a estos figurantes de cartón.    

Asimismo ignoro con qué habrán sido adheridos al suelo, pues  varios días después del descubrimiento he comprobado que esta armoniosa familia permanece en el mismo lugar, inertes pero con un envidiable aspecto saludable y feliz.