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Relatos y comentarios sobre lo que acontece en la vida de esta bitacorera. | ![]() |
LA MAMÁ QUE COMÍA PAPILLASErase una vez una mujer a quien le gustaban las flores, los pajarillos, los niños y las nubes, aunque le desagradaba que se le acercaran los perros y le ladraran. Tuvo un niño que nació en Diciembre, el mes más bonito de los doce, aquél en el que las familias se reúnen para celebrar la Navidad, las calles se iluminan con luces de colores, se comen mantecados y se hacen muchos regalos. Este bebé fue el mejor presente que la mamá recibió en toda su vida. Era rubio, de ojos azules, muy alegre y listo. Cuando nació, ella se convirtió en la mujer más dichosa del mundo. Le gustaba todo de él: el sonido de su voz, su boquita sin dientes, la forma atenta con que la miraba mientras tomaba el pecho, el nombre que su papá eligió para él. No podía dejar de mirarlo, y le daba mil besos y caricias a lo largo del día. Cuando se iban a dormir, ella, acostada en su cama muy grande, sacaba una mano que él cogía a través de los travesaños de la cuna lacada de color marfil. Así todas las noches, la mano pequeña y la mediana entrelazadas, hasta que se dormía tranquilo y ella la soltaba despacio para no despertarlo. Tan alegre era que con frecuencia, mientras dormía, se reía a carcajadas. En invierno, cuando hacía frío, le ponía un gorro de lana azul celeste que hacía juego con sus ojos y salían de paseo. La madre le cantaba una breve cancioncilla que ella misma se había inventado, que decía: “Nos vamos de paseo, nos vamos de paseo, sí, sí, sí”. Él, al oírla, se ponía tan contento que comenzaba a bailar y a seguir el ritmo sentado en su coche. Y cuando otro día le apetecía salir, como aún no sabía hablar, empezaba a canturrear esta melodía y a bailar. Y la madre comprendía muy bien lo que quería. Cuando fue un poco mayor comenzó a tomar papillas, como todos los bebés. Le gustaban mucho. Cuando su mamá se las preparaba por la mañana, como olían tan bien a miel, a ella le daban ganas de probarlas. Hasta que un día por fin se decidió y preparó un cuenco para ella. ¡Uhm! Estaban tan calentitas y tan buenas que continuó tomándolas incluso cuando él creció y comía toda clase de alimentos, porque además de estar muy ricas le recordaban a él. Y esta es la historia de la mujer que amaba tanto, tanto a su hijito, que empezó a tomar papillas como él. ¡Feliz cumpleaños, hijo! 10 de diciembre de 2009. PD. La señora en cuestión disfruta además ingiriendo mariscos e ibéricos ;-) 09:43 | Toñi Flamil | 9 Comentarios | #
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