A pesar de lo que se pudiera pensar en un primer momento al leer el título de esta entrada, hoy no trataré de las lamentables condiciones infrahumanas en las que malviven injustamente millones de personas en el mundo. Se trata de algo mucho más banal.
A ver, sed sinceros en vuestra respuesta porque yo voy a ser muy concisa en mi pregunta: cuando entráis a un aparcamiento y recogéis el ticket de la máquina expendedora, ¿adónde lo colocáis? ¿Sois acaso unos de tantos que de forma automática y como por inercia se lo ponen en la boca, sujeto entre los labios y continúan así hasta que aparcan? He podido comprobar que se trata de una costumbre muy habitual y extendida, y al verlos siempre me recuerdan a un perro con la lengua colgando.
Sugiero otras posibilidades más dignas y honrosas, que no requieren más tiempo. Por ejemplo, se retira el ticket y acto seguido se coloca en el asiento del copiloto, o sobre el propio copiloto si existiese. Más tarde, una vez aparcado el coche, lo guardamos con tranquilidad en el monedero, en el bolso, en la cartera, o en el bolsillo de la camisa. Siempre en el mismo lugar, para que no se nos extravíe. ¿No es buena idea?