Para Nana y sus padres, protagonistas de esta pequeña proeza.

- ¡Vamos al campo con la niña y preparamos un arroz, que hace muy buen tiempo! –propuso el padre.

- ¡Buena idea! –dijo la madre.

Dicho y hecho. Llegaron los tres (los jóvenes padres con su ilusionada hija), con todos los ingredientes necesarios para elaborar al aire libre, en plena naturaleza, una rica paella. Pero como quiera que la meteorología resulta a veces imprevisible, comenzaron a aparecer un rato después por el horizonte, oscuros nubarrones que amenazaban con descargar agua.

Cuando el arroz se encontraba a media cocción, comenzó a llover. ¡Menuda papeleta! Tenían que encontrar una rápida solución o, de lo contrario, se quedarían sin su almuerzo, mojados y desilusionados. Así pues, abrieron un amplio paraguas con el que cubrieron la paella mientras acababa de hacerse. Cuando ésta se encontraba en su punto óptimo, la subieron al coche con ellos, como un miembro más de la familia. En el camino de regreso reposó, como debe ser. El vehículo quedó impregnado con un intenso olor a paella campestre. Una vez en casa, se la tomaron.

Es decir, que resultó que fueron al campo a preparar un “arroz bajo palio”, y de paso vivieron una novedosa experiencia, cocinando bajo la lluvia.

PD. Se me ocurre pensar que igual que en la actualidad existen helados de cualquier sabor, impensables hace varios años, podrían sacar al mercado un ambientador con olor paellero, ¿no? Incluso a la conocida canción "Singing in the rain", interpretada por Gene Kelly, podríamos cambiarle el título por "Cooking in the rain".