Una ingenua mujer, de ojitos azules y el pelo recogido en un pequeño moño, se enteró de que había fallecido un pariente suyo. De inmediato se encaminó al pueblo donde éste vivía, (muy próximo al suyo) y del que ella era natural.

Por la calle se encontró con un hermano del difunto. Entonces ella, con la candidez que la caracterizaba y su inteligencia algo escasa, le preguntó:

Mujer ingenua - ¿Tú eres quien te has muerto, o ha sido tu hermano?

La respuesta la omito por ser obvia.

Esta misma señora, cuando se iba a colocar los zapatos cada mañana, le preguntaba a su hija lo siguiente:

Mujer ingenua – Niña, ¿de qué pie es este zapato?

Hija- Éste es del pie derecho.

Una vez se lo había colocado, cogía el otro, y le preguntaba:

Mujer ingenua - ¿Y éste?

Así todos los días. En fin, pequeñas dudas que surgen en la vida cotidiana.