En una perfumería, un cliente va a comprar un dentífrico, y le dice a la dependienta:
- Quiero una pasta de dientes que sea buena, que la que me compra mi mujer me da unos ardores muy fuertes.
La dependienta, extrañada al oír eso de los ardores, se puso a averiguar qué dentífrico usaba aquel señor: se trataba de espuma de afeitar Gillette, y además tragaba un poco cada vez que se cepillaba los dientes.
¡Así, comiendo espuma de afeitar, como si fuese nata montada!
Como de costumbre, un hecho real.