La Cocinera Políglota
Relatos y comentarios sobre lo que acontece en la vida de esta bitacorera.
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TORO BRAGADO

A veces, la vida nos da sorpresas, y las cosas no son como parecen.

 

El féretro de Ginés Saavedra recorría el albero de la plaza de Las Ventas, entre el tumulto de sus incondicionales admiradores que lanzaban centenares de flores.

El periódico local daba la trágica noticia el día anterior en titulares, en primera página: “Muere el diestro Ginés Saavedra en extrañas circunstancias.”

La casualidad quiso que las cámaras de televisión estuvieran presentes  en la habitación del hotel la última vez que  se vistió con el traje de luces. Acicalaron sus rizados cabellos negros, así como la coleta, y se acomodó la taleguilla, que marcó aún más su virilidad. Junto a un espejo, entre rosarios,  imágenes de diferentes vírgenes y algunas fotografías de atractivas jóvenes, el reportero le preguntó a qué se debía su éxito entre las mujeres y cuales le atraían más. Él, mostrando su perfecta sonrisa, respondió:

 -Me gustan todas. De las chicas me gustan hasta los andares.

Aquella tarde resultó gloriosa. Al segundo de sus toros, un morlaco de casi seiscientos kilos, de nombre Embustero,  negro bragado, le consiguió una impecable faena. Lo mató de una limpia estocada, lo que le valió que le concedieran las dos orejas y el rabo, y salir victorioso a hombros por la puerta grande.

Ese toro se lo había brindado a Daniela, una seductora chica burguesa, que se encontraba sentada en el tendido, junto a la barrera.

-Va por ti, Prinsesa, dijo el torero, guiñándole un ojo.

Ella se apresuró a lanzarle una diminuta bolsa que él se guardó con disimulo. Contenía unas bragas de seda de color rojo, con un adorno negro con circonita incrustada. Estaban impregnadas de un costoso perfume francés.

 

El médico forense que realizó la autopsia, concluyó lo siguiente: el cuerpo sin vida de Ginés Saavedra se encontró sobre una amplia cama redonda de agua, donde según todos los indicios, se había llevado a cabo una orgía sexual. Él se encontraba desnudo; únicamente llevaba puesto unas bragas rojas de seda de color rojo, con un adorno negro con circonita incrustada. Sus carnosos labios, estaban perfilados con carmín del mismo color. Sobre su cuerpo hallaron semen que correspondía a tres varones diferentes. Uno de ellos era su apoderado, Raimundo Gómez, el mismo que el verano anterior había pagado una fortuna a los paparazis para evitar que aparecieran publicadas unas comprometidas fotos de ambos en una playa nudista en Ibiza, en las que era evidente el escandaloso desenfreno y  placer mutuo.

Raimundo Gómez se jactaba de que él lo había catapultado a la fama cuando pagó para que tomase la alternativa. Con su voz ronca, su enorme papada y desafiante mirada, con la seguridad de quien maneja a los demás como mezquinas marionetas indefensas por el simple hecho de poseer el dinero, le propinó al joven novillero una bofetada con una repugnante bocanada de humo del puro habano que estaba fumando.  Fue entonces cuando le dijo la frase que sentenció el final de su vida:

-Maricón, guárdate bien la pluma o te cortaré el contrato y el rabo.

 

15:12 | Toñi Flamil | 2 Comentarios | #

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Comentarios

1
De: M.R.FLAMIL Fecha: 2012-12-25 17:30

Tan real como la vida misma .Si no tienes padrino no te bautizas y si lo tienes aveces tienes que pagar un precio , este lo pago con la vida.



2
De: la cocinera Fecha: 2012-12-26 20:25

Tienes razón, así es en la mayoría de los casos.

Un abrazo, y gracias por tu comentario.



		
 
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