La Cocinera Políglota
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JESÚS TEDO: Crónica de una despedida

 

La cena más agridulce de todas cuantas recuerdo, la viví el pasado 16 de Mayo. A continuación la narro desde la subjetividad con que la percibí y sentí.

 

Para Ángel R. López "El Lobo Rayado", mi paisano que no pudo asistir in situ a ella.

 

Esa noche se le brindó un emotivo y merecido homenaje a Jesús Tejederas Dorado por parte de la Asociación del Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica, nombrándolo socio de honor. Llegué, junto con mi marido, al Hotel Hesperia sobre las nueve de la noche. Jesús nos recibió sentado en un asiento alto, en la antesala donde se desarrollaría el acto. Tras retirarse las sondas del oxígeno que portaba, nos abrazó a los dos.

 

Después pasamos a una sala abarrotada: familiares, profesorado científico y compañeros de la Escuela Oficial de Idiomas, representantes del Ayuntamiento cordobés, amigos de su juventud y familia astronómica. Entró su hermano Felipe (eran seis en total) y se fundieron ambos en un interminable y sentido abrazo que me estremeció presenciar y  me produjo un nudo en la garganta. Su hermana Margarita, una vez más, siempre a su lado, pendiente de que no le faltase agua en la copa, así como de captar las instantáneas del momento.

 

Tras la intervención de los representantes del Ayuntamiento y del profesorado, le fue entregada una placa conmemorativa, que él nos mostró sonrientemente. A continuación escuchamos su magnífico discurso, que comenzó a leer con esfuerzo debido a la enfermedad que lo consumía y que afrontó con valentía ejemplar. Mencionó en primer lugar a su queridísima hija Sara. A medida que proseguía su locución, se fue creciendo y tomando fuerzas. Al referirse y agradecer a su madre, esa gran señora llamada Cristina a quien la vida le acaba de asestar el más duro de los golpes que una mujer puede recibir, él se detuvo y le dirigió la mirada durante unos instantes.

 

Aplausos, emociones controladas... Disfrutábamos de un exquisito ambiente culto y festivo, de reencuentro y despedida. Un terceto nos deleitó durante unos minutos con un concierto de música barroca. Y ahora, ¡a cenar! Nada más llegar al salón, desconectaron el aire acondicionado, ya que él sentía frío. Nos acomodamos en varias mesas amplias. En la suya se acopló David Galadí, quien para alegría de todos nosotros había llegado inesperadamente desde Granada. Los ricos aperitivos variados, el primer plato... Yo veía que Antonio Becerra preparaba un proyector, un portátil y artilugios varios, lo cual no me sorprendió, pues nosotros mismos le habíamos enviado varias fotografías, ¡a la carrera! para la ocasión.

 

Y de repente, proyectado sobre la pared junto a la que me encontraba sentada, ¡apareciste tú! Yo miraba sorprendida y feliz a todos los de mi alrededor y les decía: ¡Es El Lobo, es Ángel! Te encontrabas virtualmente en la sala con nosotros, gracias a la sorpresa que Jesús había estado preparando durante una semana y a la tecnología actual. Comenzó la conexión: ¡Buenas noches Córdoba, buenos días Sydney!  ¡Contact! Esta frase transportó mi mente a una de mis películas predilectas, con la actriz Jodie Foster como protagonista. Disfrutamos de tu compañía y de tus espectaculares imágenes. Cuando  pediste que se acercara David G. para "retransmitir" la conversación, éste comentó bromeando: "¿Acaso no se cree que estoy aquí?" A pesar de haber dado tantas charlas y conferencias en su vida, ¿puedes creerte que se encontraba realmente nervioso? "Es que esto no lo he hecho yo nunca", repetía excusándose sonriendo. Entretanto sirvieron el postre. Como Jesús no se encontraba sentado en su mesa durante la conexión contigo, gesticuló expresivamente para que Manolo Diéguez  le acercara el suyo correspondiente. Resultaba una escena inusual y simpática ver a Manolo, sentado a su lado, sujetando el plato de Jesús, mientras él iba tomando cucharadas del exquisito "Suspiro de Almanzor" sin dejar de hablar contigo. ¡Ay, su último postre!

 

Más tarde, proyectó Antonio Becerra varias fotografías (sé que pudiste escucharnos un rato después). De su intervención en algunos programas de la televisión local, de las actividades en "Paseos por la Ciencia", del homenaje que él organizó para mi padre hace apenas tres años (gracias de nuevo, Jesús, por el cariño y cordialidad que siempre mostraste hacia él y hacia mi madre), etc. Todas ellas las iba comentando nuestro amigo con el ánimo que lo caracterizaba.

 

Llegó la hora de brindar con champán. Y vi a Jesús con su copita... Contentos y animados subimos hasta la azotea, no para observar el cielo, pues lloviznaba y  las condiciones meteorológicas se mostraban desfavorables, pero sí para continuar reunidos un rato más. La Ciudad de Los Califas lucía majestuosamente bella e iluminada tras nosotros a esas horas nocturnas, tal vez excesivamente iluminada en opinión de algunos de los presentes. Tomamos numerosas fotografías en grupo.

 

Por fin, abandonamos el hotel y fuimos bajando hasta la calle, en la ribera del río Guadalquivir. Mientras charlábamos, me llamó la atención ver a su madre, esperando sentada en el interior del coche, cabizbaja, quieta y preocupada, una mano en la frente. De pronto caí en la cuenta de que no me había despedido de Jesús; necesitaba hacerlo. Abandoné el grupo donde me hallaba  y le pregunté a su hermano Chema, quien guarda un gran parecido físico con él, dónde se encontraba. Me indicó un vehículo donde estaba sentado de copiloto, a punto de marcharse. A través de la ventanilla, se abrazaron nuestras manos a modo de despedida. Como presentía que sería la última vez que lo vería con vida, no sabía cómo finalizar ese momento o qué palabras decir. "Que descanséis, adiós", dije al fin. Inmóvil y acongojada vi cómo se marchaba. Eran las tres de la mañana del sábado 17. El fatídico domingo día 18 por la tarde, saboreando aún la dulce resaca del evento recién vivido, y con el tiempo justo para haber leído tu historia y guardado el "rimmel"  utilizado para la ocasión, recibí la noticia de su muerte, su inoportuna e indeseada muerte.

 

El lunes 19, un grupo de amigos, la mayoría de ellos astrónomos, portaban su féretro hacia el interior de la legendaria Iglesia de La Fuensanta, en la Plaza del Pocito. Innumerables eran las coronas y ramos de flores que lo arropaban. También las lágrimas.         

 

 

We miss you!

 


23:23 | Toñi Flamil | 4 Comentarios | #

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Comentarios

1
De: Plegue Fecha: 2008-06-09 16:55

Gracias Toñi, garcias por transmitir algo tan hermoso y..tan duro de esa manera, dulce, real, y emotiva, muy emotiva, yo esa noche trabajando en mi hospital me acordaba de vosotros, de lo bien que lo estaríais pasando sin saber de la gravedad del estado de Jesus y al día siguiente....el mazazo¡¡
Jesus estará orgulloso de tener amigos asi.

Un abrazo

Plegue



2
De: La cocinera Fecha: 2008-06-10 11:31

De nada Plegue. Nuestro amigo Jesús se merece sobradamente esta crónica, escrita con todo mi cariño y sinceridad.

Gracias y un abrazo.



3
De: angelrls, El Lobo Rayado Fecha: 2008-07-08 03:47

Muchas gracias por tan bonita crónica (me ha emocionado al leerla de nuevo) y la dedicatoria, te respondí por mail pero no llegué a escribirte por aquí. Desgraciadamente, las cosas se me complicaron los días que estuve por Córdoba y me fue imposible llamarte. Lo dejo pendiente, ¿vale?

Muchas gracias de nuevo, de verdad, creo que la historia debería estar más dedicada a Jesús que a mí, yo solo hice lo que podía hacer. Y, como ya he contado en muchos sitios, fue todo un honor.



4
De: La cocinera Fecha: 2008-07-12 12:59

Ángel, no te preocupes, ya habrá otras ocasiones. Gracias por tus palabras, por encontrar un hueco para todos nosotros.

Cuidate :-)

Un abrazo.



		
 
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